top of page

Breve historia de la televisión venezolana y su relación con la venezolanidad (III y final)

2 de dic de 2024

10 min de lectura

7

54

3


El auge de la telenovela venezolana


La ficción es la configuradora de nuestra vida real; en la dimensión de nuestros amores probablemente más que en ninguna otra. Y como son éstos uno de los núcleos esenciales en torno a los cuales se organiza nuestra personalidad, pensemos cuánto importa el tema de la ficción amorosa.

(José Ignacio Cabrujas 2002)

 

Los años ochenta marcaron la época dorada para la industria televisiva venezolana, especialmente para su género estrella: la telenovela. Esta fue una época en la que la televisión era la principal fuente de entretenimiento en el país, dado el limitado alcance de las parabólicas y los sistemas de televisión por cable en el país. Esta situación favoreció la supremacía de RCTV y Venevisión, quienes dominaron tanto la producción como el consumo de ficción venezolana. Sin embargo, no fueron los únicos actores clave en la creación de cultura televisiva en Venezuela. La televisora estatal Venezolana de Televisión también produjo exitosas ficciones seriadas, mientras que a finales de esta década emergió Marte TV, un emprendimiento independiente que produjo importantes producciones en el país.

Durante estos años, Caracas se convirtió en un importante centro de producción audiovisual a nivel regional, no solo de televisión, sino también de películas y cuñas publicitarias destinadas tanto al público nacional como continental. Es inevitable preguntarse sobre las causas que propiciaron este éxito, y sobre los factores que condujeron al declive de la televisión venezolana tangible en la actualidad, un panorama en el que la producción de telenovelas en el país ha desaparecido por completo.

 

Los setenta

El auge de la televisión venezolana estuvo, en gran parte, vinculado al éxito tanto nacional como internacional de las telenovelas, que desde los años setenta comenzaron a ser exportadas, como ya se dijo gracias a la introducción del videotape. Este género televisivo, con un fuerte poder de seducción entre las masas, fue fundamental en la construcción de una identidad nacional, a la vez que permitió visibilizar lo venezolano antes la creciente masa de espectadores internacionales. Inicialmente las telenovelas venezolanas cautivaron audiencias de América Latina y de la comunidad hispana de los Estados Unidos, y luego consiguieron abrirse un nicho en mercados en todos los continentes.

Autores como las cubanas Inés Rodena y Delia Fiallo, junto a los venezolanos José Ignacio Cabrujas y, más tarde, César Miguel Rondón, fueron fundamentales en la creación de estos relatos sentimentales. Así, los shows de sentimientos —como los llamaba Cabrujas—, inspirados en la cotidianidad de un país rico y en crecimiento, dieron lugar a espectáculos audiovisuales de alcance mundial hechos en Venezuela. El melodrama venezolano, aunque inspirado en convenciones narrativas previamente exploradas con éxito por países como Chile, México y Perú, destacó gracias a su robusta capacidad de producción y talento artístico. Este auge fue posible gracias a una economía fortalecida por la bonanza petrolera durante el gobierno de Carlos Andrés Pérez, respaldada por una moneda estable y un sistema de bienestar social que, en ese momento, era único en América Latina.

 

“La telenovela cultural” versus el melodrama rosa

A pesar de su éxito, la televisión venezolana en los setenta no estuvo libre de críticas. Un ejemplo claro de esto fue la aparición de la llamada "telenovela cultural", una iniciativa colectiva impulsada desde RCTV que trabajó por la renovación del género melodramático televisivo venezolano. Este movimiento contó con figuras clave como Cabrujas, acompañado por destacados creadores como César Bolívar y Julio César Mármol, quienes desarrollaron obras de gran impacto que dejaron una huella indeleble en la representación de la venezolanidad en televisión. Entre las producciones más emblemáticas destacan Sangre azul (1979), de Mármol, que exploró los traumas culturales heredados de la Guerra Federal en el siglo XIX; La señora de Cárdenas (1977), que abordó las complejidades del heteropatriarcado en la sociedad venezolana; y Estefanía (1979), que retrató las luchas de una heroína en los turbulentos años de la dictadura perezjimenista durante la década de los cincuenta.

A principios de los ochenta, las telenovelas culturales fueron desplazadas por el éxito del melodrama rosa, que desde Venevisión se consolidó como el favorito del público. Este cambio estuvo estrechamente vinculado al trabajo de la escritora Delia Fiallo, quien, entre 1968 y 1982, escribió los grandes éxitos de Venevisión. La llegada de Fiallo a RCTV marcó el fin de la telenovela cultural, ya que en este canal comenzó una nueva línea melodramática en la que la conexión con la venezolanidad perdió protagonismo.

En Radio Caracas, la escritora cubana consolidó su prestigio y reafirmó la popularidad del melodrama rosa con telenovelas exitosas como Leonela (1983), Topacio (1984), Cristal (1985) y Kassandra (1992). Mientras tanto, en Venevisión, el actor y ejecutivo Arquímedes Rivero desarrolló un estilo propio de telenovela rosa que competiría con las historias de Fiallo, promoviendo la entrada y consolidación de nuevos talentos en la industria nacional. Así, al final de la década, la televisión venezolana vivía una suerte de "luna de miel" con el melodrama rosa, un fenómeno que contrastaba con el agitado clima social que vivía el país, y cuyo suceso cumbre fue el estallido social conocido como El Caracazo en 1989.

 

La televisión venezolana global

“Las industrias comunicacionales con la globalización pierden mucho de lo que tuvieron de expresión cultural nacional y de organizadoras ciudadanas: deja de haber editoriales y televisoras nacionales ante la exigencia de fusionarse con empresas globales y cautivar a clientelas distantes”.

(García Canclini 2002)

 

A principios de los noventa, el impacto de la globalización y el éxito internacional de las telenovelas rosas venezolanas transformaron profundamente lo que se representaba sobre Venezuela en la televisión nacional. Entre los hitos más notables de la expansión de la industria destaca la conquista de mercados como el español, donde el melodrama venezolano encontró una audiencia ávida y fiel. Este auge, sumado al nacimiento de la televisión privada en España, propició posteriormente alianzas estratégicas y coproducciones entre cadenas españolas y venezolanas. Ejemplos de esta colaboración incluyen La mujer prohibida (1991) en Telecinco y Amor de papel (1993) en Antena 3, telenovelas que apostaron por la inclusión de tramas y personajes españoles en sus argumentos.


Sin embargo, este repentino auge fue impactado por los cambios económicos, políticos y sociales que azotaban a Venezuela. La crisis venezolana, que en 1992 vivió dos intentos de golpe de Estado y posteriormente vio la destitución de su presidente por malversación de fondos, impactó profundamente a la industria televisiva. Además, las crecientes ventas internacionales comenzaron a moldear las decisiones de las empresas de televisión nacionales, privilegiando un enfoque que limitó la creatividad de los autores y realizadores. Esto respondió al interés de los ejecutivos venezolanos por captar públicos extranjeros, relegando en ocasiones las preferencias de sus audiencias nacionales. Las huellas de la identidad venezolana representadas en televisión se simplificaron, y muchas veces se vieron reducidas a la representación de variables como el acento, los fenotipos de sus actores y los paisajes locales.

 

Una década turbulenta

A medida que avanzaba la década de los noventa, la televisión venezolana cedió terreno ante las poderosas industrias brasileñas, mexicana y las emergentes productoras colombianas. La iniciativa independiente de Marte TV no logró sostenerse, y Venezolana de Televisión, que había producido importantes ficciones seriadas como La dueña (1985), El hombre de hierro (1985) y La mujer sin rostro (1984), abandonó la producción de ficción debido a los altos costos asociados. Además, el inusitado prestigio de los autores y creadores venezolanos de telenovelas los fue apartando de la industria nacional. Por ejemplo, Cabrujas formuló proyectos para TV Azteca de México y contribuyó a la formación de escritores en Colombia, lo cual fue confirmado por el escritor Fernando Gaitán en una entrevista con Leonardo Padrón en 2005. Otra evidencia fue la adquisición por parte de Televisa de México de los derechos de los libretos de Delia Fiallo e Inés Rodena, cuyas telenovelas había popularizado la industria venezolana. De igual forma, la creciente demanda internacional de actores venezolanos, cada vez más solicitados en América Latina y Europa, hizo que sus honorarios incrementaran hasta el punto de resultar insostenibles para la industria local.

Sorprendentemente, esto permitió renovar la representación de lo venezolano en pantalla, gracias a la inyección de sangre nueva detrás y delante de las cámaras. Durante los años noventa, la televisión no solo visibilizó la crisis moral del país a través de la telenovela, sino que exploró nuevas formas dentro del género. Mientras Venevisión, y en menor medida Marte TV, seguían produciendo melodramas rosas, RCTV apostó por la experimentación. Por estas calles (1992), escrita por Ibsen Martínez, presentó una ficción melodramática realista basada en noticias cotidianas, alcanzando niveles de audiencia sin precedentes y conectando al público con personajes profundamente venezolanos. Sin embargo, su marcado localismo limitó su éxito en los mercados internacionales.

Otros proyectos innovadores fueron De oro puro (1994) de Julio César Mármol, una ambiciosa obra de ciencia ficción; Amores de fin de siglo (1995), la primera telenovela original de Leonardo Padrón, que abordó temas poco explorados en la televisión nacional; y Dulce ilusión (1993), que integró dibujos animados en su narrativa. Aunque estas propuestas no tuvieron gran aceptación ni dentro ni fuera del país, demostraron la capacidad de la televisión venezolana para reinventarse en tiempos difíciles, reafirmando su relevancia cultural y creativa en un momento de transformación social.

 

La venezolanidad televisiva en el nuevo milenio


Con la llegada del año 2000, la televisión venezolana vivió un breve resurgimiento, marcado por interesantes transformaciones en su panorama mediático. Después del éxito alcanzado por Venevisión en los años noventa, RCTV retomó la producción de telenovelas rosa, pero sin renunciar a la innovación. Por ejemplo, introdujo protagonistas que rompían con el canon hegemónico de belleza en Mi gorda bella, exploró la influencia de la modernidad sobre el cuerpo femenino en Juana la virgen, y añadió elementos de suspenso poco comunes en la telenovela venezolana, en gran parte gracias al guion de Martín Hahn.

Mientras tanto, Televen, una señal nacida en 1988, se consolidaba como un competidor de peso en la escena nacional. Aunque originalmente se enfocaba en una audiencia de élite –estratos A, B y C–, su programación rica en producciones extranjeras de alta calidad señalaba un cambio en los hábitos de consumo de contenidos que marcaba el cambio de milenio. La aparición de sistemas de televisión por cable, satélite, y la popularización de los DVDs, acompañada de una creciente piratería, evidenciaba cómo la audiencia venezolana empezaba a diversificar sus opciones de consumo de ficción seriada, afectando las dinámicas tradicionales de la industria televisiva local. A pesar de esto, la competencia entre RCTV y Venevisión en el campo de la telenovela vivió momentos de gran dinamismo e intercambio de talentos. Sin embargo, el esplendor que la televisión venezolana alcanzó en el extranjero durante los años ochenta y noventa no pudo ser recuperado.

El cierre de la señal abierta de RCTV en 2007 marcó un punto de inflexión en la industria televisiva venezolana. Este acontecimiento, producto de tensiones políticas entre los dueños del canal y los dirigentes del chavismo, coincidió con una crisis económica que debilitó las capacidades de producción local. Simultáneamente, el auge de plataformas como el cable, internet y las redes sociales reconfiguró las dinámicas de consumo audiovisual, mermando la popularidad de la televisión abierta tradicional.

Además, durante este periodo, la producción de ficción seriada en español experimentó el ascenso de la industria colombiana y la expansión de productoras estadounidenses como Telemundo y Univisión. Estas empresas no solo desafiaron, sino que también superaron el liderazgo que Televisa había mantenido durante décadas en la exportación de telenovelas. Con estrategias diseñadas para atraer un público global, estas productoras desplazaron la influencia que la ficción seriada venezolana había ejercido en los mercados internacionales. Este cambio aceleró la pérdida de los mercados que Venezuela había consolidado, debilitando su posición como referente en la exportación de este género televisivo.

 

El ocaso de la telenovela venezolana

La producción de telenovelas venezolanas logró resistir un tiempo más gracias al empuje hecho por Venevisión y los intentos de Televen por fomentar este género con proyectos como Nacer contigo (2012) y Dulce amargo (2012). Sin embargo, la industria se alejó completamente de la producción de telenovelas cuando Venevisión emitió Para verte mejor (2018), una ficción de Mónica Montañés, que es considerada la última telenovela venezolana estrenada en televisión abierta al día de hoy, lo que cerró un capítulo fundamental en la historia del entretenimiento y de construcción de la imagen propia del país en el campo de la ficción televisiva. A pesar de este aparente panorama sombrío, las telenovelas venezolanas siguen siendo un paradigma de la venezolanidad en la memoria colectiva nacional. Sus continuas retransmisiones en el país las hacen uno de los pocos referentes de lo venezolano que es accesible para las nuevas generaciones a través de la televisión abierta.

 

La venezolanidad en la televisión del presente

La crisis impulsada por el régimen político en Venezuela ha hecho inviable la producción de una televisión competitiva debido a la alta inflación y la falta de garantías para los productores, quienes enfrentan enormes dificultades para hacer viables sus proyectos en un contexto económico tan inestable. Aunado a esto, la popularidad de las plataformas de streaming, la televisión por cable y satelital, así como las redes sociales, han intensificado los desafíos para la televisión venezolana, que lucha por encontrar su espacio y audiencia.

A pesar de ello, la televisión nacional ha seguido explorando formatos no ficcionales, como documentales, programas informativos, talk-shows y especialmente el magazine. Este formato, orientado al entretenimiento y la farándula, ha logrado consolidarse como una de las principales ofertas televisivas en Venezuela, ventana para la exposición de talentos y tradiciones venezolanas en la pequeña pantalla. A través del magazine, se exponen costumbres y fenómenos sociales de actualidad que dan cuenta del estado de la venezolanidad en el presente.

Es a su vez significativo cómo la televisión abierta sigue siendo un escenario privilegiado para la visibilidad de referentes culturales venezolanos de gran popularidad que se han mantenido en tiempos convulsos. Ejemplos notables de esto son el certamen Miss Venezuela y la transmisión en vivo de eventos deportivos de gran relevancia nacional, como la Liga Profesional de Béisbol y los partidos de la selección nacional de fútbol, la "Vinotinto".

 

A modo de cierre


A lo largo de los años, la televisión venezolana ha sido un vehículo esencial para la construcción y visibilización de lo nacional. Desde las décadas doradas de la telenovela hasta los retos contemporáneos impuestos por la crisis política, económica y mediática, la televisión nacional ha reflejado numerosos aspectos de la realidad venezolana y servido como un espejo de las esperanzas, luchas y aspiraciones de una sociedad en transformación.

A pesar de los retos globales que enfrenta la televisión —como la creciente influencia de las redes sociales y las plataformas de streaming—, en Venezuela, en medio de una crisis permanente y un empobrecimiento generalizado que hace limitado el acceso a nuevas tecnologías, la televisión abierta sigue siendo una herramienta esencial para la difusión y preservación de la cultura. Esta crisis, sumada a los efectos de la globalización, los avances tecnológicos y las tensiones geopolíticas, ha transformado profundamente el panorama televisivo venezolano.

Este desafío ha obligado a la televisión a adaptarse y reinventarse constantemente para mantener su relevancia en la sociedad. Sin embargo, en este proceso, considero que se ha descuidado su potencial como herramienta de transformación social, relegando su capacidad de influir en los cambios culturales y colectivos que tanto necesita la sociedad venezolana. Volver la mirada a la televisión como un recurso clave en la construcción de la venezolanidad no solo es un reto urgente, sino también un paso esencial para sanar las fracturas de una identidad colectiva que, aunque frágil, posee un extraordinario potencial transformador.

 

Referencias

Cabrujas, José Ignacio. Y Latinoamérica Inventó La Telenovela. Edited by Vicencio Gonzáles-Azuaje, Alfadil Ediciones, 2002.

García Canclini, Néstor. Latinoamericanos buscando lugar en este siglo. 1. ed, Paidós, 2002.

Los Imposibles de Leonardo Padrón - Fernando Gaitán / Temporada 1. Directed by MundoUR, 2020. YouTube, https://www.youtube.com/watch?app=desktop&v=XVI17zX5sv0.

 

Related Posts

Comentarios (3)

Yoama Castillo
Dec 03, 2024

Muy buen artículo. Ahora, me aparece una incógnita, ante el crecimiento de las redes sociales y la presencia del streaming que ya anuncia el fin de la tv por cables, ¿Estaremos ante el final de la televisión de señal abierta?

Me gusta
Replying to

Depende de cada país hay muchas variables que juegan para permitir la coexistencia de la televisión abierta con las nuevas formas de distribución de contenido. En los países de norte donde el internet es relativamente accesible, es fácil que proliferen las plataformas de streaming. En países donde la conectividad es limitada o costosa, la televisión sigue siendo una posibilidad de entretenimiento importante.

Me gusta

Venezolano
Dec 02, 2024

El entramado de la industria de medios masivos requiere sin duda atención

Me gusta
bottom of page